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Publicado: 18 de agosto del 2022
“Este lugar… simplemente es bueno“. Safi Alli disfruta de su trabajo como director en la oficina de campo de PALM Corps en el asentamiento de refugiados ‘Rhino Camp’, porque es una oportunidad para vivir y trabajar como le gusta: Como un profesional constantemente ocupado y no como un funcionario de una ONG atado a un escritorio. Le encantan los aspectos físicos de mantener en funcionamiento la oficina de campo, que incluye varios lugares de demostración agrícola. “Sudar por la mañana te mantiene sano, respiras aire fresco“. Pero, además, lo más importante es que les permite a él y a sus colegas compartir la vida y las experiencias de las personas con las que deben trabajar: Las comunidades de refugiados y comunidades de acogida que viven de la muchas veces escasa e improductiva tierra del asentamiento. Para Safi, los beneficios son claros: “convives con la comunidad, ves lo que pasa y puedes abordar los problemas junto con ellos“.
La oficina de campo de PALM Corps se estableció en 2019 para servir como centro de los proyectos de la organización en los asentamientos de refugiados ‘Rhino Camp’ e ‘Imvepi’ localizados en el pueblo de Siripi. Los refugiados en esta región del país son predominantemente personas que han huido de los conflictos persistentes en Sudán del Sur. Cuando uno piensa en grandes grupos de refugiados en Europa, le vienen a la mente rejas, campamentos abarrotados y verdaderas ciudades de tiendas de campaña. En Uganda, sin embargo, la palabra que los define es “asentamiento”, en lugar de “campamento”, lo que significa que no hay una forma inmediata de diferenciar estas áreas de otros pueblos o comunidades. Tampoco existe una separación clara entre los refugiados y el resto de la sociedad ugandesa.
En junio de 2022, ‘Rhino’ e ‘Imvepi’ acogen a unos 135.000 y algo menos de 60.000 refugiados, respectivamente, y también a una gran población de ugandeses que conviven con ellos. Esto significa que la entrada y salida de las zonas es libre para los agentes humanitarios y de desarrollo. También significa que los proyectos deben dirigirse generalmente a todos los habitantes de los asentamientos -refugiados y nacionales-, ya que se enfrentan a retos similares y relacionados para ganarse la vida en una parte del país remota y, a menudo, abandonada.
Hay numerosas organizaciones internacionales y nacionales activas en los asentamientos y, por lo general, sus oficinas de campo están situadas en una parte central del asentamiento que se denomina “campamento base”. En este lugar, las organizaciones pueden asignar su espacio para -según sus necesidades específicas- viviendas para el personal o almacenes. Sin embargo, según Abbey Anyanzo Thomas, director ejecutivo de PALM Corps, ésta no era la forma de actuar para una organización con enfoque local.
Aunque el alojamiento en el campamento base es temporal y se puede renunciar a él cuando hay menos proyectos que realizar, buscaba deliberadamente un hogar más permanente: “No vamos a ninguna parte, estamos en casa. Por nuestra forma de trabajar, no debemos hacerlo como una organización internacional. Al contrario, para ser sostenibles, en el futuro esta oficina de campo debería convertirse en un hogar incluso para los internacionales“. Con esta perspectiva a largo plazo, PALM Corps decidió adquirir un terreno a las afueras del campamento base, en la aldea de Siripi, y construir allí gradualmente su oficina local.
En la actualidad, la oficina de campo de PALM Corps en Siripi consta de una casa para el personal y un edificio de oficinas, así como de lugares de demostración y establos para las cabras. Por seguridad, el terreno está vallado y vigilado día y noche. Aunque no todo el personal disfruta alejarse de Arua, y la administración a veces tiene dificultades para lograr que la gente elija la “vida rural”, algunos ya han descubierto las ventajas.
Dado que la sede de PALM Corps se encuentra a unos 70 kilómetros de distancia, en la ciudad de Arua, y que es también el lugar donde vive la mayor parte del personal, llegar a los asentamientos para el trabajo de campo solía ser un reto, incluso peligroso. Como recuerda Sunday Ongwech, un experimentado oficial de proyectos de PALM Corps, “cuando viajábamos de Arua a Siripi había muchos casos de accidentes en comparación a hoy. Porque ahora estás preparado, no estás tenso, no estás bajo presión. Así que te mantienes concentrado mientras conduces y no te apuras“.
Más allá del ahorro de tiempo y de la menor probabilidad de ser asegurado o incluso de morir conduciendo una moto por las carreteras, hay también otro elemento importante: ser visto como parte de la comunidad. Para Sunday, esto es evidente en cosas como el hecho de afrontar el aumento de los precios de los alimentos, que actualmente está en la mente de todos: “En general, quedarse allí ha hecho que la gente nos vea como algo suyo. Porque ahora también nos enfrentamos a los mismos dilemas que ellos. Todos compramos alimentos en el mismo mercado que ellos. Entendemos por lo que pasan“.
Tanto en la vida cotidiana como a la hora de hacer agricultura en circunstancias difíciles, la clave para Safi Alli es precisamente esta capacidad de hablar desde la experiencia: “Lo que te hace mejor persona, mejor en nuestro trabajo, es la práctica. Si alguien te dice que hay sequía, lo sabes por ti mismo porque pasas por ello. Pero si alguien dice que hay sequía, pero tú no tienes práctica, no puedes saberlo hasta que lo experimentas. Por eso, cuando vives aquí, tiendes a pensar junto a los agricultores“.
Para el director ejecutivo Abbey, el plan siempre fue que la oficina de campo sirviera también como lugar de demostración para la comunidad. La misión de PALM Corps es innovar con las prácticas agrícolas, averiguar qué es lo que mejor funciona en la región y ofrecer soluciones adaptadas al contexto local. Muchas partes de la región de ‘Westnile’, en el norte de Uganda, se enfrentan a condiciones similares a las de Siripi. Al centrarse en lo que funciona a nivel local y probarlo in situ, según Abbey, “se están generando conocimientos que se aplicarán a este gran trozo de tierra, desde Pakwach hasta Adjumani, que tienen esa misma característica: son calurosos, con poca vegetación y en algunos lugares rocosos“.
La oficina de campo es, por tanto, una importante tarjeta de presentación de la organización y de las buenas prácticas agrícolas en general. El campo de tomates que hay junto a la carretera -cuidado por un grupo de jóvenes agricultores en el marco de un proyecto de PALM Corps y la ONG española ‘Ayuda en Acción’- llama mucho la atención de los que pasan por allí y de la comunidad local.
A veces, la proximidad a la comunidad también tiene resultados positivos inesperados. Victor Alioni, científico y empresario agrícola local, vino a la oficina de campo porque vio el buen trabajo que hacía un proyecto agrícola cerca de su residencia. “Resulta que soy vecino de algunos de los proyectos para jóvenes que se están llevando a cabo. Y luego, ya sabes, seguí las pistas hacia atrás hasta que encontré un centro de recursos aquí, PALM Corps“. Víctor y el personal colaboran ahora en un intento de utilizar lombrices de tierra para generar biofertilizantes. La unidad de lombricultura es ahora una parada obligatoria más en una gira de demostración que también incluye los numerosos cultivos que se realizan, así como las gallinas y las cabras.
Para Safi Alli, la presencia en Siripi también ofrece la oportunidad de encontrar y capacitar al personal local, la próxima generación. Estos colaboradores necesitan poca formación en la cultura de la organización, ya que ellos mismos han pasado por los proyectos. Innocent Mukele es un ejemplo de este programa informal de desarrollo de talentos: es un joven local que se había beneficiado de la capacitación agrícola de PALM Corps y que impresionó tanto a la organización por su dedicación y competencia, que fue retenido como colaborador. A Innocent le gusta que se fomente específicamente la innovación, el probar cosas nuevas: “Este lugar lo veo como un lugar único porque aquí hay instalaciones para nosotros y están abiertos a las ideas nuevas. Si sugerimos hacer algo, siempre existe esa disposición, hay que probar lo que se nos ha ocurrido“.
Ofrecer este tipo de oportunidades a los talentos locales es una forma de garantizar que siempre habrá personal dispuesto y feliz de mantener las cosas en marcha en la oficina de campo. Y con la incorporación de nuevos jóvenes a la plantilla, cada vez es más probable que la oficina de campo de Siripi pueda ser dirigida pronto por los empleados locales de PALM que la han convertido en su hogar y lugar de trabajo. Pocas cosas podrían ilustrar mejor la idea de que una organización es “mi hogar “.